Usualmente no escribo acerca de cosas personales, muchas veces sólo pongo ejemplos de ciertas situaciones. Esta vez haré una excepción ya que es una situación especial ya que es el día del padre.
Yo siempre he sido muy apático y por lo general no soy de los que muestra sus sentimiento así de fácil. Sin embargo, la paternidad me ha cambiado mucho, ya que si era indiferente con las personas adultas mucho más era con los niños, pero no es que me cayeran mal sino que no sentía nada en común con ellos.
Tener un hijo me ha ayudado a recordar como era yo de niño, ahora tengo otro punto de vista . Admiro mucho a mi hijo, su inocencia a la vez de lo travieso que es, además de lo persistente que es en las cosas que quiere, de ya tiene mi respeto y se lo ha ganado por la forma particular de carácter que tiene. Han pasado casi dos años de una manera rápido, crecen rapidísimo y muchas veces ya me ha sorprendido estos temas relacionados a la paternidad.
Hay cientos de situaciones que podría contar. Pero hay una que en particular siempre recuerdo, ya que una noche al retorno del trabajo, mi hijo aún no había cenado y estaba frente a él con su papilla, yo estaba muy bajoneado por lo cansado de día, no me habían salido las cosas y la situación económica que nunca falta. Le habré dado unas dos cucharadas de mala gana y estaba por limpiarle la boca con su secador cuando él lo toma con sus manitas y se tapa la cabeza. Me sorprendió. se quedó quieto pero no se aguantaba la risa mientras estaba cubierto con el trapito, se lo quitó y se empezó a reír más fuerte aún al verme, entendí que se estaba escondiendo y que se reía cuando yo lo descubría. Me maté de risa y jugué con él un buen rato de la misma manera, no se cansaba sino que cada vez se reía más. Se me salió una lágrima de alegría, lo abracé y le di las gracias.
Con él muchas cosas son la revés, él es quien me ensaña las cosas. Es un bebé aún pero es muy sabio.
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